Muchos solemos pensar en la energía negativa como algo místico, esa “mala vibra” de lo que sólo hablan los hippies y las gitanas que leen las manos. Como resultado, no reparamos en que esta energía –que se da en forma de comentarios, miradas, quejas, gestos– nos rodea a diario, influyendo en nuestros pensamientos y emociones y determinando en gran medida nuestras acciones.

La realidad es que la energía negativa se encuentra en todas partes, y estar expuestos a ella es tan perjudicial para nuestro bienestar emocional (y sí, nuestro éxito profesional) que evitarla debería convertirse en un asunto de primera necesidad.